Un día en la vida de Hauwa, una madre de la aldea de Kwamarawa, en Nigeria

Publicada el 16 de agosto de 2024

Esta es la experiencia, compartida por nuestro partner New Incentives, de una de las miles de madres que viven en pobreza extrema y se enfrentan a enormes dificultades para garantizar la salud de sus hijos contra enfermedades que se prevenibles con vacunas. Creemos que es esencial donar en base a buenos argumentos soportados por la evidencia (en lugar de solo narrativas o emociones), pero conocer casos concretos nos puede ayudar a entender los problemas que queremos resolver.

Mapa ortográfico de Nigeria.

Nigeria

Hauwa Ibrahim con su hijo de un año, Hamza, en la aldea de Kwamarawa, Nigeria

Hauwa Ibrahim con su hijo de un año, Hamza, en la aldea de Kwamarawa, Nigeria. | Crédito: NI-ABAE

¿Qué hace falta para superar los retos de la vida rural y garantizar al mismo tiempo la salud y la educación de los hijos? Hauwa Ibrahim es madre de ocho hijos en la aldea de Kwamarawa, en el estado de Kano (Nigeria). Está decidida a vacunar a su bebé a pesar de las dificultades a las que se enfrenta.


El olor a madera quemada llena el aire mientras Hauwa prepara el desayuno a primera hora de la mañana. Despierta suavemente a sus cinco hijos en edad escolar (tres niñas y dos niños), les ayuda a ponerse sus uniformes y les prepara las mochilas. Hauwa ha inculcado a sus hijos la importancia de la educación, aunque muchos otros niños de la zona no pueden ir a la escuela.

Hauwa preparando el desayuno

Hauwa preparando el desayuno. | Crédito: NI-ABAE

Hauwa preparando el desayuno

Hauwa tiene cinco hijos que cursan primaria. Hoy envía a cuatro a la escuela y deja a su hijo de 9 años en casa para que la acompañe a la clínica. | Crédito: NI-ABAE

Después de enviar a sus hijos a la escuela, Hauwa se ocupa de sus cabras. Normalmente pastan libremente en las tierras cercanas, pero las lluvias recientes han dado la señal a los campesinos para preparar sus tierras y plantar semillas. Además, con el «gran sallah» (una importante fiesta musulmana en la que se sacrifica un animal para celebrar un banquete) a la vuelta de la esquina, aumenta el riesgo de que las cabras sean robadas.

Después de enviar a sus hijos a la escuela, Hauwa da agua y comida a las cabras

Después de enviar a sus hijos a la escuela, Hauwa da agua y comida a las cabras. | Crédito: NI-ABAE

Hoy Hauwa llevará a su bebé, Hamza, al ambulatorio de Kwamarawa para que lo vacunen. Pero antes tiene que preparar el desayuno para su marido, Yahaya Mati, fregar los platos, barrer la casa, asearse y bañar al bebé.

Hauwa fregando los platos

Hauwa fregando los platos. | Crédito: NI-ABAE

Hauwa barriendo la casa

Hauwa barriendo la casa. | Crédito: NI-ABAE

Hauwa tiene 37 años y creció en la cercana zona de Dala, donde fue criada por su tía tras el fallecimiento de su madre. Aunque no pudo terminar la escuela primaria, su tía se aseguró de que siguiera asistiendo a la escuela islámica hasta que se casó.

Ahora vive con su marido y siete de sus hijos (el mayor ya no vive en casa) en una humilde casa de adobe de una habitación en Kwamarama, una comunidad muy unida que sigue modos de vida tradicionales. La mayoría de los hombres cultivan y comercian con productos y animales en los pueblos vecinos para mantener a sus familias. Pocas mujeres del pueblo trabajan fuera de casa, pero Hauwa vende ropa de bebé, perfumes y bolsos a las madres de su pueblo y en el ambulatorio los días de vacunación. Su marido cultiva arroz durante la estación de lluvias y vende la carne de las cabras durante la estación seca, pero sus ingresos apenas alcanzan para cubrir sus necesidades más básicas.

Hauwa sentada en su casa junto a su marido, Yahaya Mati, y su hijo, Hamza

Hauwa sentada en su casa junto a su marido, Yahaya Mati, y su hijo Hamza. | Crédito: NI-ABAE

Con Hamza bien colgado a la espalda y un lote de mercancías listo para vender, Hauwa emprende el camino a la clínica con su hijo de 9 años, Abubakar. Aunque Abubakar tiene que faltar a la escuela para acompañarla, dice que su presencia es imprescindible: «tiene un efecto tranquilizador sobre su hermanito, haciendo que los largos días de clínica sean más llevaderos para mí», dice sonriendo.

De camino a la clínica con Hamza y su hijo de 9 años, Abubakar

De camino a la clínica con Hamza y su hijo de 9 años, Abubakar. | Crédito: NI-ABAE

El trayecto hasta la clínica no es transitable en moto porque el suelo es muy arenoso, así que Hauwa tiene que ir a pie. Durante la temporada de lluvias, la carretera se inunda, dice, lo que la hace inaccesible. Esto obliga a Hauwa a retrasar las vacunaciones hasta que el agua desaparece o a tomar una ruta más larga por la carretera principal, lo que añade tiempo y fatiga a su caminata.

El sol asciende y el calor se intensifica. Los pasos de Hauwa se hacen más pesados, su respiración entrecortada, pero sigue adelante. Se cruza con caras conocidas, lugareños que la saludan respetuosamente con la cabeza o con la mano. Es muy conocida en la comunidad por impartir educación islámica a las mujeres casadas y a los niños de la aldea.

Cruzando campos de camino a la clínicar

Cruzando campos de camino a la clínica. | Crédito: NI-ABAE

El deseo de Hauwa de vacunar a su hijo tiene su origen en una experiencia traumática. Hace unos años, mientras amamantaba a su segundo hijo, tuvo que dejar de llevarlo a vacunar después de la segunda dosis porque no tenía dinero suficiente para desplazarse a la clínica más cercana, que entonces estaba a 22 kilómetros. Entonces su bebé contrajo el sarampión. «Tras dejar de amamantarlo, no podía comer y desarrolló kwashiorkor (un tipo de desnutrición provocada por una grave carencia de proteínas). Fue una experiencia traumática porque casi lo pierdo», recuerda. Tras este incidente, el personal de la clínica aconsejó a Hauwa que velara porque sus hijos recibieran las vacunas a tiempo. Desde ese día, se comprometió a no volver a dejar que ninguno de sus hijos se quedara sin vacunar, sobre todo ahora que hay un ambulatorio más cerca de casa.

Hauwa, madre de ocho hijos, estuvo a punto de perder a uno de ellos por desnutrición después de que contrajera el sarampión y no pudiera comer. «Fue una experiencia traumática porque estuve a punto de perderlo», explica.

Hauwa, madre de ocho hijos, estuvo a punto de perder a uno de ellos por desnutrición después de que contrajera el sarampión y no pudiera comer. «Fue una experiencia traumática porque estuve a punto de perderlo», explica. | Crédito: NI-ABAE

Hauwa recuerda cuando Hamza, su hijo menor, recibió su primera vacuna contra el sarampión en el brazo izquierdo. «Él lloró», dice, pero ella se sintió agradecida y se fue a casa (habiendo recibido el dinero del incentivo a la vacunación), sabiendo que su bebé estaría más protegido que su hermano mayor.

Por fin, Hauwa ve la clínica a lo lejos y acelera el paso. Está lista para vacunar a su hijo y vender los artículos a otras madres que esperan. Piensa utilizar el dinero que gane para pagar la escuela de sus hijos y ahorrar el dinero de los incentivos para comprar ganado. Tras ahorrar sus primeros 3.000 ₦ (menos de 2 euros) en tres meses, compró una gallina para su hijo. «La gallina ya ha tenido pollitos, y pienso ahorrar el resto para comprarle una cabra [a Hamza]», dice satisfecha.

Cuando llega a la clínica, se sienta con las otras madres que esperan y sostiene a Hamza en brazos, dándole de beber. Para las otras mujeres que la rodean tampoco ha sido fácil llegar hasta allí, teniendo que sacar tiempo de sus ajetreados días y caminar o pagar el transporte para desplazarse hasta la clínica. Los pequeños incentivos que reciben les ayudan a superar esas barreras.

Hauwa llega a la clínica y busca un sitio para sentarse a esperar con las demás madres.

Hauwa llega a la clínica y busca un sitio para sentarse a esperar con las demás madres. | Crédito: NI-ABAE

Mientras espera su turno, Hauwa deja que Hamza juegue con la bolsa de plástico que New Incentives le ha proporcionado para proteger su cartilla de vacunación.

Finalmente, llega el momento y los llaman para que Hamza reciba las vacunas esenciales que le van a proteger de algunas de las enfermedades más peligrosas. Hamza es uno de los millones de niños que se beneficiarán del programa de incentivos a la vacunación de New Incentives este año.

En el ambulatorio, es el turno de Hauwa y Hamza. Hamza es uno de los 3,4 millones de niños atendidos hasta ahora por el programa de New Incentives

En el ambulatorio, es el turno de Hauwa y Hamza. Hamza es uno de los 3,4 millones de niños atendidos hasta ahora por el programa de New Incentives. | Crédito: NI-ABAE


El caso de Hauwa es solo un ejemplo de lo que demuestra la evidencia: los incentivos a la vacunación aumentan la tasa de vacunación en 22 puntos porcentuales y evitan 4,9 muertes por cada 1.000 niños menores de 5 años. Este programa es uno de los más efectivos del mundo.

En nuestra página sobre los incentivos vacunación te explicamos en más detalle en qué consiste este problema y cómo funciona el programa de New Incentives.

  1. GiveWell, Does New Incentives' program lead to increased vaccination? Accedido el 4 de abril de 2022.
  2. GiveWell, New Incentives: What are the effects on child mortality? Accedido el 4 de abril de 2022.
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